La dificultad para tragar bebidas y comida se conoce como disfagia y es uno de los posibles síntomas de la esclerosis múltiple. Esta problemática se da cuando los músculos de la garganta y la boca no funcionan de forma coordinada para poder llevar a cabo las acciones de deglución y masticación.
En el caso de la esclerosis múltiple, sus efectos pueden dañar los nervios que controlan estos músculos y causar debilidad. Además, puede entumecer la zona de la boca y la garganta y todo ello puede contribuir a la disfagia agravando los problemas de deglución.
La realidad es que se puede dar en cualquier momento de la enfermedad, estimándose que más del 43% de las personas con EM padecen disfagia. No obstante, en función del método con el que se evalúe, este dato puede oscilar entre el 10 y el 90%, aunque todo parece apuntar a que posiblemente sea un síntoma infradiagnosticado.
Hay distintos tipos de disfagia en función de dónde esté el problema para deglutir:
- Disfagia orofaríngea: dificultad para hacer que la comida pase de la boca al esófago.
- Disfagia esofágica: dificultad para hacer progresar el bolo alimenticio del esófago al estómago.
En el caso de la Esclerosis Múltiple, lo habitual es que exista una disfagia orofaríngea, pero en función de dónde se aloje la lesión que origina la disfagia en el sistema nervioso, la deglución podrá verse alterada en cualquier momento.
¿Qué problemas de deglución puede provocar la EM?
La esclerosis múltiple puede afectar a la masticación y deglución de distintas formas según cada persona. En ocasiones, el problema de la disfagia puede pasar desapercibido, sobre todo al principio cuando los síntomas pueden parecer más sutiles. Algunos de estos son:
- Tos durante la comida o al terminar.
- Dificultad para dar forma a la comida en la boca antes de tragar.
- Acumulación de saliva en la boca e incluso babeo.
- Carraspeo.
- Después de tragar, queda algo de comida en la boca.
- Tener que tragar la comida en pequeñas cantidades.
- Atragantamientos con la comida o con líquidos.
- Enfermedades respiratorias de repetición.
- Sensación de que la comida se queda atascada antes de llegar al estómago y no puede progresar.
Ante la sospecha de una alteración de la deglución, es importante realizar un estudio que evalúe si realmente existe disfagia, de qué tipo (existe disfagia a alimentos sólidos y a líquidos), su severidad y, lo más importante, qué estrategias se pueden adoptar para manejar este síntoma.
Tratamientos para los problemas de deglución
Normalmente, los profesionales encargados de tratar los problemas de deglución son los logopedas o los terapeutas del habla y lenguaje. En cuanto al tratamiento, acostumbra a basarse en estrategias para comer y tragar de forma segura, hacer cambios en la alimentación y realizar ejercicios que estimulen y mejoren la deglución.
Además, este tipo de terapeutas pueden indicar cuál es la mejor postura para favorecer una deglución y masticación correcta, así como la consistencia de los alimentos y el entorno alimentario adecuados. Otras acciones que se llevan a cabo para tratar la disfagia incluyen:
- Ejercicios para fortalecer los músculos que intervienen en la deglución.
- Técnicas específicas para abordar problemas de deglución concretos.
- Cambios sencillos en las comidas del día.
- Apoyo para controlar la ansiedad, puesto que puede favorecer la dificultad para tragar.
En los casos de disfagia más avanzados que suponen un riesgo de desnutrición, deshidratación, asfixia o infecciones torácicas graves, es fundamental contar también con el apoyo de profesionales nutricionistas.
Más allá de los tratamientos y las estrategias que propongan los profesionales del habla y de la nutrición, existen una serie de acciones que se pueden llevar a cabo de forma autónoma para masticar y tragar mejor. Incorporar hábitos correctos puede mejorar la deglución. Los principales consejos son:
- Comer erguido.
- Masticar lentamente.
- Comer con tiempo y en un entorno tranquilo.
- Beber algo durante la comida para acompañar los alimentos a la hora de tragar.
- Controlar la cantidad de comida en cada bocado.
- Hacer comidas más pequeñas con más frecuencia.
- Buscar los cubiertos y las técnicas de cocción que favorecen la deglución.
- En el caso de personas propensas a atragantarse, se recomienda comer con la compañía de personas que sepan cómo ayudarles.
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