Cuando una persona recibe el diagnóstico de esclerosis múltiple, su mundo se pone patas arriba. Esto lógicamente afecta al estado de ánimo por el cambio que supone en su vida. Ese impacto supone un duelo como con en cualquier tragedia personal. E incluso puede conducir a la depresión.
Pero lo que uno no sabe cuando le dan el diagnóstico es que la propia enfermedad está relacionada físicamente con los cambios de humor y la depresión.
La depresión es uno de los síntomas más comunes de la esclerosis múltiple. De hecho, los estudios indican que la depresión clínica —el tipo más grave— es más frecuente entre personas con esclerosis múltiple que en la población general o con muchas otras enfermedades crónicas. Es igualmente común con otras enfermedades inmunomediadas y neuroinflamatorias (como la artritis reumatoide y la enfermedad inflamatoria intestinal). Esto indica que la inflamación con estos trastornos es un factor que contribuye a la depresión.
¿Por qué es frecuente la depresión y los cambios de humor en la esclerosis múltiple?
Los estudios más recientes, muestran que entre un 25 % y un 50 % de las personas con EM experimentan depresión a lo largo de su vida. Esto no se debe solo a una reacción emocional frente al diagnóstico o a los síntomas. La depresión tiene causas complejas y, en el caso de la EM, se combinan varios factores. Por un lado, el impacto del diagnóstico, el cansancio crónico, el dolor, los cambios en la vida diaria o la incertidumbre pueden generar un desgaste emocional. Pero, además, se ha demostrado que hay factores físicos que también influyen como, por ejemplo:
- Cambios en ciertas regiones del cerebro, como el lóbulo frontal o el hipocampo, pueden estar vinculados a síntomas depresivos.
- Niveles elevados de inflamación o de cortisol (la hormona del estrés) también se relacionan con estados de ánimo bajos.
- Las lesiones en la sustancia blanca del cerebro, típicas en la EM, pueden afectar a circuitos relacionados con la regulación emocional.
- Como reacción a situaciones difíciles o motivos de estrés en la vida: Es comprensible que un diagnóstico de esclerosis múltiple produzca depresión.
- Si su vida cambia drásticamente: Puede presentarse tras un diagnóstico, durante una exacerbación o cuando ocurre un cambio importante en funciones o capacidad.
- Como efectos secundarios de ciertos medicamentos: Los corticosteroides y posiblemente los interferones dan lugar o empeoran la depresión en personas susceptibles.
Las lesiones cerebrales de la EM no solo afectan al movimiento o la sensibilidad, sino que también pueden alterar zonas del cerebro conectadas con el estado de ánimo.
En concreto, se ha visto que ciertas lesiones se conectan funcionalmente con un circuito cerebral implicado en la depresión, que también se ha detectado en personas con depresión post-ictus o en estudios de estimulación cerebral. Esta conexión afecta a una zona muy concreta llamada mesencéfalo ventral, relacionada con la motivación y la sensación de recompensa.
Es decir, la depresión en la EM no solo es una reacción emocional, sino que también puede tener una base física y neurológica.
¿Cómo saber si estoy pasando por una depresión?
Muchas veces, los síntomas depresivos pasan desapercibidos porque se confunden con otros efectos habituales de la EM, como la fatiga o la dificultad para concentrarse. Sin embargo, es importante prestar atención si aparecen señales como:
- Tristeza persistente, apatía o pérdida de interés por actividades habituales.
- Cambios en el sueño o el apetito.
- Sentimientos de culpa o inutilidad.
- Pensamientos negativos frecuentes.
Si alguno de estos síntomas persiste durante varias semanas, es recomendable comentarlo con una persona profesional de referencia. Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino un paso importante para cuidarse.
¿Qué opciones de tratamiento existen?
Aunque no existe una única receta que funcione para todo el mundo, hay muchas formas de abordar la depresión en la EM. La clave está en encontrar un enfoque que combine distintas estrategias, adaptadas a cada persona.
- Terapias psicológicas, especialmente la terapia cognitivo-conductual, han demostrado ser muy eficaces y sostenibles en el tiempo.
- Tratamientos farmacológicos también pueden ayudar, aunque es importante revisar con el equipo médico cuál es la mejor opción según el caso.
- El ejercicio físico regular (aunque sea moderado), la meditación o la práctica de mindfulness pueden ser grandes aliados para mejorar el ánimo y reducir el estrés.
- El apoyo social, participar en grupos, hablar con otras personas que conviven con la EM o contar con una red cercana también puede marcar una gran diferencia.
La importancia del cuidado emocional
A veces, centramos toda la atención en los síntomas visibles de la EM, pero es importante recordar que la salud emocional forma parte del cuidado integral. Hablar de cómo nos sentimos, validar las emociones difíciles y buscar ayuda cuando lo necesitamos también es cuidar la salud.
Además, estos avances en investigación abren nuevas puertas a tratamientos personalizados, incluso con tecnologías como la estimulación cerebral, que podrían ayudar a mejorar el estado de ánimo en personas con EM en el futuro.
Por último, recordar que la depresión no es una debilidad ni un síntoma menor. Es una parte real y tratable del camino con EM. Hablar de ella, entenderla y abordarla forma parte de vivir mejor con EM. Con apoyo, herramientas adecuadas y seguimiento, es posible recuperar el equilibrio emocional y seguir avanzando en el día a día.
Fuentes: fem.es
nationalmssociety.org
medicalnewstoday.com
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