sábado, 3 de mayo de 2025

El Apagón

En mi anterior entrada me preguntaba qué iba a publicar aquí si ya no tenía nada que contar... Pues lo que son las cosas... Que tenga que haber un apagón para poder ver la luz.

¿Realmente estamos viviendo tantos hechos históricos en los últimos años? Desde el COVID-19 podríamos decir que sí, que no ha habido año marcado por algo que se recordará en los libros de historia. Pero a nivel personal todo comenzó un par de años antes. Casi podría decir que puedo acumular en mi lista muchos más sucesos por cada uno de esos años, sucesos que jamás podré olvidar y que aparte de romperme el alma han cambiado mi vida por completo.

El caso es que este lunes pasado vivimos el gran apagón que nos dejó a todos sin luz y completamente desconectados. Volvimos a ser durante doce horas (por lo menos en nuestro caso) lo que fuimos en nuestra juventud: Libres. Nos quedamos sin televisión, sin Internet, sin redes sociales y sin teléfonos. Al fin y al cabo sin toda esa tecnología que nos ata. Volví a ver a la gente en las calles mirándose a la cara, hablando, paseando... No me entendáis mal. Quiero abordar esta situación desde un punto de vista diferente. Ya sé que muchos lo pasaron realmente mal por no saber de los suyos o por quedarse atrapados o aislados. Y que hubo montones de personas que por motivos de salud sufrieron lo que no está escrito. Pero hoy no quiero ir por ese lado.

Nosotros mismos estuvimos a punto de quedarnos tirados en la calle y vivimos en un quinto piso. Y el problema no solo era el subir, algo casi imposible con la silla de ruedas, si no que con la vejiga neurógena de EM ¿Qué íbamos a hacer?... El caso es que tuvimos suerte y el apagón nos pilló en casa.



Lo que quiero reflejar con esta entrada en el blog es la liberación que pudimos sentir algunos tecnológicamente hablando. El apagón me dejó a oscuras pero pude ver una luz. Mis inquietudes literarias y artísticas desde hace muchos años han estado atadas a una pantalla y un teclado. El estar presente en las redes y en los blogs se convirtió para mi en una obligación autoimpuesta, en una "necesidad". Y aunque es cierto que he estado alejado en los últimos tiempos he seguido ahí observando, mirando y publicando de vez en cuando en mis otras cuentas. Y aunque lo hago por placer (puede que como un adicto) me roba demasiado tiempo.

Así, el día del apagón me di cuenta de que no necesito nada de eso, que todas esas extensiones de mi en estos momento no ve llevan a ninguna parte. Así que voy a ser lo lo evolutivo que digo siempre que soy, ya sea como escritor o como persona. Voy a dejar de lado todas las cuentas de Instagram y de Blogger que no sean lo que importa realmente ahora en mi día a día. No digo que vaya a cerrarlas ya que algunas de ellas están enlazadas con mis libros, mi cuenta de autor, la de Mundo Perigeo, la de Leyendo con Teodoro, la de Nara y la de Timoteo... Además mis novelas os llevan hasta estas cuentas y a páginas ocultas desde las que solo se puede acceder desde sus páginas... Sí, es verdad que he intentado abarcar demasiado. Así que es el momento de parar.



Es cierto que con esta decisión me invadirá la sensación de que me estoy perdiendo muchas cosas (y en algunos casos será así, por los amigos de los que solo sé a través de Instagram) pero intentaré recordar El Apagón y darme cuenta de que no necesito nada que no esté a mi alcance sin un cable o Internet.

Lo sé, sé que no es la primera vez que digo que me voy de alguna de mis redes sociales. Pero siempre lo decía con intención de volver algún día. Esta vez sé que será distinto. Y si vuelvo a alguna de ellas es porque publico un libro nuevo o algo así. Y no  tiene pinta de que eso vaya a ocurrir. De momento me encontraréis aquí en EM² contando mis cosas de una manera diferente.

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