EM empezó a rodar hace casi un año ya. Aquellos fueron unos días duros. Lo relaté así por encima aquí por si queréis echarle un vistazo. La silla de ruedas que compramos entonces le dio algo más de libertad. Pero era una silla pensada más para andar por los pasillos lisos de un edificio que por la calle. Por las aceras traqueteo y los tropiezos con baches y bordillos eran continuos. Las calles, los accesos a los locales y la mayor parte del mobiliario urbano no están hechos para las sillas de ruedas. Las ciudades no están diseñadas para personas con movilidad reducida. La verdad que hasta que no estás en este lado no te das cuenta de la cantidad de barreras arquitectónicas que hay.
Así que nuestro radio de "acción" durante este último año ha estado limitado a unas pocas calles alrededor de casa. Y tenemos que dar gracias que en ese par de calles hay un bar y un restaurante con baño adaptado. Y ya. Nada más. Podríamos decir que EM ha estado atrapada en nuestro barrio. Unas tres calles. Cierto es que tampoco podemos ir más allá por culpa de la vejiga neurógena, mi amaxofobia y que por culpa del retraso en la obtención del grado de discapacidad no podemos adaptar el coche. Así que mucho antes de que llegaran las navidades ya lo habíamos pensado. Era el momento de pedir la silla de ruedas eléctrica porque a EM las limitaciones físicas y el verse atrapada ya no solo en casa le empezaban a pasar factura.
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